26 y el pueblo llegó al panal cuando la miel estaba destilando, pero
nadie se llevó la mano a su boca, porque el pueblo temía la imprecación.
27 Jonatán no había oído la imprecación que su padre había
pronunciado sobre el pueblo y alargó la punta de la vara que tenía
en la
mano, la metió en el panal y después llevó la mano a su boca y le brillaron
los ojos.
28 Uno del pueblo le habló diciendo: «Tu padre ha pronunciado
solemnemente esta imprecación sobre el pueblo; ha dicho “Maldito el
hombre que coma hoy algo.”»
29 Jonatán respondió: «Mi padre ha causado un trastorno al país. Ved
cómo tengo los ojos más brillantes por haber tomado este poco de miel.
30 Pues si la tropa hubiese comido hoy del botín tomado al enemigo
¿no hubiera sido mayor el estrago de los filisteos?»
31 Aquel día fueron batidos los filisteos desde Mikmás hasta Ayyalón
y la gente quedó extenuada.